jueves, 22 de noviembre de 2012

My own private Montevideo


El cuarto de Leo y su paso fugaz por las salas porteñas

Txt Casandra Scaroni

Luego de ser estrenada en el Festival de San Sebastián en el año 2009, y tras haber pasado por la competencia oficial de varios festivales del mundo ( La Habana; Marrakech, Miami, Biarritz, por nombrar algunos), la opera prima del director montevideano Enrique Buchichio, El cuarto de Leo, se estrenó finalmente en Buenos Aires en la primer semana de noviembre. Sin embargo, y quizás por haber pasado casi desapercibida por la crítica, se convirtió en uno de esos estrenos misteriosos de la cartelera porteña en los que parece necesario contratar un detective para encontrar la sala en donde la exhiben.


Pero si estos fueran los tiempos de Raymond Chandler, bien valdría la pena contratar al famoso Marlowe para poder ver la película de Buchichio, o en su defecto, lo que puede resultar más fácil, recurrir a la ayuda de algún pirata amigo. Es que la película, con un perfil bajo y un tono bien intimo, acompaña al Leo del título en una época de estancamiento y de crisis, y lo hace con inteligencia, poniendo el énfasis en las relaciones humanas y con escenarios y situaciones reconocibles: la casa de la mamá de Leo, la mamá de Leo, y también, claro, el cuarto de Leo, son lugares y personas que bien podrían ser parte de la vida de cualquiera.



La historia es más o menos así: Leo (Martìn Rodriguez) está un poco perdido, tiene una novia con la que no puede tener sexo, una tesis que terminar que no puede ni siquiera empezar, y lo único sobre lo que ejerce algún tipo de decisión (conocer chicos en internet) lo llena de culpa. Al mismo tiempo que empieza terapia (las sesiones de terapia con Arturo Goetz como el psicólogo tienen un gran uso del tiempo y de los silencios) se encuentra por casualidad con una ex compañera de colegio de la que estaba enamorado en su niñez (y que ahora está sumida en una gran depresión), y conoce a un chico por Internet del que se empieza a enamorar. Pero esto no es un triangulo amoroso sino una historia sobre el amor y la compasión, y los personajes de Buchichio, cada uno con sus tristezas a cuestas, tienen que aprender a dejar las culpas de lado y a ser libres. Y si bien esto puede sonar como el material digo de un telefilm rosa, el director nunca cae en el sentimentalismo barato. No hay acá discurso alguno ni una verdad que revelar sino una sensación de calidez y de estar en casa, que hace que las amistades se sellen con discos prestados y que las angustias desaparezcan con una sonrisa de una mamá que invita una pascualina.




2 comentarios:

  1. No tenia ni idea de la existencia de esta película, pero me dieron ganas de verla después de leer tu nota, Cas! Voy a ver dónde me las ingenio para conseguirla ;)

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  2. Gracias Mily!! Buscala si podés que estoy segura que te va a gustar :)

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