Ostende, Los Salvajes y Papirosen en el Malba
Txt Andrés Kilstein @nofumarx
En el el cine del Malba se proyectan actualmente tres películas independientes argentinas que han
pasado por la cartelera del BAFICI. Se trata de Ostende, de Laura Citarella, Los
salvajes, de Alejandro Fadel y Papirosen,
de Gastón Solnicki. Los films muestran una vez más, tal cual es el caso de El estudiante (producida por La Unión de
los Ríos, la misma productora que realizó el film de Fadel,) cómo jóvenes
directores pueden hacer buen cine con bajo presupuesto y escaso o ningún
subsidio del INCAA. A su vez se trata de obras que capturan la atención de un
público que, aunque no sea masivo, es constante y comprometido en salas que
aseguran proyecciones curadas de calidad como el caso del Malba, la Lugones o
el Centro Cultural General San Martín.
Incluso pareciera haber una continuidad en
la propuesta: el thriller localista que introdujo en el cine independiente
argentino El estudiante se percibe tanto en Ostende,
como en Los salvajes. En la primera, se arriba a lo detectivesco a
medida que el clima se va enrareciendo. La protagonista (una joven que gana en
un concurso radial una estadía en el balneario homónimo) descubre una extraña
relación de a tres en el mismo hotel donde se aloja. Las conductas de estos
personajes se tornan difíciles de leer y las sospechas en aumento alejan al
film de esa zona de observación detallista que favorece la descripción por
sobre la narración para acercarla a la tensión de una trama de intriga. En Los
salvajes transitamos la fuga de un grupo de jóvenes delincuentes y
marginales que se internan en el monte luego de quebrar la seguridad de un
instituto de menores y disparar contra sus perseguidores. La película abandona
rápidamente lo policial para dotar a los personajes de un aura providencial y
épica, momentos de epifanía y, a veces, una construcción demasiado idealizada e
intelectual de personajes pesados y siniestros.
Papirosen comparte también
algunos rasgos con Ostende: su contemplación, la búsqueda
minimalista de grandes sentidos en pequeños gestos, y algunos misterios de
difícil acceso. Sin embargo, los materiales empleados y la intervención que
realiza Solnicki son radicalmente distintos a los de las otras dos. En Papirosen el
director nos muestra diferentes escenas familiares utilizando la técnica de
found footage (el trabajo con archivo y materiales caseros), grabando a sus
parientes de manera espontánea y direccionando algunas acciones puntuales. Se
muestra una intimidad plena, fresca y rebozante de historias, en que se exhiben
los aspectos más tiernos pero también los más patéticos de una familia de clase
media, y que sin duda despierta el gusto voyeur del espectador. La historia de
la diáspora judía aparece representada en una trayectoria familiar, con toda la
complejidad que se plasma en los (al menos) tres idiomas que se oyen en
diálogos y en la banda sonora: idish (el idioma diaspórico), polaco (el idioma
del país de acogida), hebreo (el idioma fundacional).
Las tres realizaciones
demuestran la vitalidad del cine independiente argentino y son una prueba de
que las películas del BAFICI pueden exceder el marco de este festival y
permanecer en cartelera aunque sea en pantallas especializadas. Hay una ventaja
de la que goza el espectador del Malba en algunas ocasiones. Al culminar la
proyección tanto de Ostende como de Papirosen, los
directores contestaron preguntas del público. Aprovechable.
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