Tournée se estrenó la semana pasada en Argentina
Txt Casandra Scaroni
Tournée
arranca y llena la pantalla de color. Ya desde la primera escena, donde se ve a
las chicas aprontándose para su show, maquillándose y vistiéndose con sus
trajes con las plumas y las lentejuelas correspondientes al espectáculo de
neo-burlesque que llevan adelante, se intuye que la alegría no va a ser ajena a
la película. Es que estas chicas, que son en realidad grandes y en más de un
sentido, se burlan con ironía del divismo competitivo: se sabe desde el
comienzo: acá no hay lugar para el individualismo porque la troupe es una
suerte de familia.
De eso se podría decir que se trata la cuarta
película del actor y director Mathieu Amalric (por la cual ganó en Cannes el
premio al mejor director y la que también se da el lujo de protagonizar), de la
familia, pero no en el sentido convencional y sentimentalista (nada más alejado
del costumbrismo barato), sino en uno mucho más realista, con la melancolía
propia de los rezagados que no nacieron con la suerte en las venas, pero también
con la alegría de quienes encontraron un lugar a donde pertenecer.
Tournée
narra la gira de estas mujeres (todas actrices de neo-burlesque en la realidad)
comandadas por un ex productor de la televisión francesa, Joachim (el propio
Amalric), que vive en los Estados Unidos hace años y que ve en este tour por
Francia una especie de regreso con gloria al país del que aparentemente se fue
con la cabeza gacha. La figurita difícil es París, y en la búsqueda casi
desesperada de Joachim por conseguir un teatro donde puedan presentarse en la
ciudad de la luz se encuentra la amargura solapada de la película. Es que el
pasado no perdona, parece tener que aprender este optimista innato, a fuerza de
piñas de ex amigos, de insultos por teléfono y del desaire de sus propios
hijos. Pero él, al igual que sus chicas, y que la película en general, lo único
que sabe es seguir adelante. Y en ese movimiento constante y caótico (tan
propio de las road movie, pero también de las películas de backstage y de John
Cassavetes, de quién la película parece tomar su universo al borde del
desquicio), justo en el medio entre
cubrir una crisis artística, conseguir un hotel o ir a buscar a uno de los
hijos casi adolescente a la comisaría, es donde se dan los momentos de sosiego: como cuando una de las chicas canta I will, a modo de canción de cuna, al regreso del hijo mayor de
su pequeña rebeldía.
Ese es el universo de Tournée, uno en el que todo puede salir mal, pero en el que no hay nada por lo que no valga la pena brindar con champagne en un hotel desierto a altas horas de la madrugada, porque como ya dijo hace rato Freddy Mercury: el show debe continuar.
Ese es el universo de Tournée, uno en el que todo puede salir mal, pero en el que no hay nada por lo que no valga la pena brindar con champagne en un hotel desierto a altas horas de la madrugada, porque como ya dijo hace rato Freddy Mercury: el show debe continuar.
Horarios y funciones, acá.
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