Se estrenó La máquina que escupe monstruos y la chica de mis sueños, una película que promete una mezcla de géneros y algunas caras conocidas que crean un gran monstruo a partir de un pequeño presupuesto.
Txt. Nicole Baler - @nicolebaler
Con la misma mística de una película escrita siempre en el mismo lugar, en pequeños pedacitos de servilleta que había a mano con una inspiración a fuerza de cigarrillos y vasos de whisky se sentaron Agustín Ross Beraldi y Diego Labat, hace poco más de un año, para escribir el guión de su ópera prima. O algo así. En realidad, en una versión más consumista y menos romántica, muy característica de los tiempos que corren, a principios de 2011 se empezaron a juntar en el Starbucks de Lacroze y 3 de Febrero, con una idea y una limitación: filmar su primera obra y que fuera sí o sí un largometraje

Así surgió La máquina que escupe monstruos y la chica de mis sueños, una película de una hora y media que se estrenó el fin de semana pasado por internet y se podrá ver gratuitamente desde cualquier computadora. Fanáticos de South Park –como avisan en su tráiler, un minuto y medio dinámico y prometedor que se puede ver en su página de Facebook-, los directores basaron su proceso de producción en el de esa serie, en la que desde que se empieza a escribir un capítulo hasta que está listo para emitirse, transcurren sólo seis días. Lo de ellos fue un poco más extenso pero terminar una película en catorce meses hoy es todo un logro. “Los actores están sorprendidos de que estemos por estrenar porque aún se sienten muy identificados con sus personajes y nos dicen que cuando van al BAFICI y ven cosas que hicieron hace más de cuatro años, ya no se reconocen en esa imagen”, cuenta Agustín.

Conseguir una definición concreta acerca de qué va la película se vuelve complicado pero ellos adelantan que “son tres historias que se van entremezclando y tratan sobre la insatisfacción en diferentes puntos pero, básicamente, con personajes que están imposibilitados para ser realmente felices: uno con la chica que le gusta, otro con el trabajo y otro, que es la hipérbole de la metáfora, que se quedó sin guionista de su vida, entonces no le pasa nada”. En esa mezcla de relatos, eligieron combinar géneros como la comedia romántica, el western, un poco de ciencia ficción y otros recursos que les fueron gustando. Por eso, Diego la define como “la típica película en la que metimos todo lo que nos gusta, por si nos morimos pronto o por si no volvemos a tener plata para hacer otra”.

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