martes, 26 de junio de 2012

Todo nace de mi biografía

El actor de facciones fácilmente reconocibles que sabe hacer reír y que logra moverse con soltura entre el under y el mainstream, cuenta cómo ahora se anima a sentarse en la silla de director

Txt. Lucía Levy - @lululevy | Ph. Ezequiel Sambresqui | Ilust. Martín Piroyansky - @martinpiro 


Martín Piroyansky todavía cruza la calle cuando ve un grupo de adolescentes, un reflejo que le quedó de sus comienzos en la tele. “A los 13 años me transformé en la persona más tímida y retraída del mundo. Era insoportable la exposición, la pasé muy mal”, cuenta el actor de veintiséis años que luego de participar de éxitos como Campeones, Magazine For Fai o la película XXY, escribió, dirigió y protagonizó No me ama, un corto en el que la inseguridad masculina es protagonista. 

A los siete años su mamá lo llevo a su primera clase de teatro y desde entonces Martín actúa, disfruta y se divierte como cuando lo hacía en las obras del colegio. Desde chico también le gusta escribir cuentos e historias (y dibujar) y cuando terminó el secundario pensó en ser guionista. “De repente, alguien dirigió una historia que yo había escrito y vi cómo mi material se iba en manos extrañas y no me gustó mucho”, recuerda. Su ojo le decía que la cámara hubiese estado mejor de otra manera, que los planos no estaban como debían, y se dio cuenta que tenía que probar, tenía que animarse a dirigir. Y así fue como en 2008 grabó su primer corto, Semana Santa. “El actor siempre es como el cantante de la banda de rock, al que todos miran. Yo quería ver qué pasaba del otro lado”. 

Nunca estudió, todo lo que sabe es por mirar y prestar atención en el set mientras los técnicos hacían lo suyo. “Voy probando, todo es un experimento. Al principio mi peor temor era ver si los planos pegaban, si sabría poner las cámaras”, reconoce. No me ama fue furor en las redes sociales, en YouTube lo vieron más de 140 mil curiosos, e incluso existe una versión con subtítulos en inglés. Nada mal para ser el segundo producto como director y guionista. Luego de pasar por festivales de cine independiente, y escapándole al ninguneo –“el corto es un género menor en este país, lamentablemente”-, Semana Santa y No me ama llegaron a la televisión, cuando fueron emitidos por I-Sat en abril de este año. 

“El actor siempre es como el cantante de la banda de rock, al que todos miran. Yo quería ver qué pasaba del otro lado”

Sin proponérselo tocó una fibra de la gente con No me ama. “Yo hablaba de mí, pero de alguna manera todos somos una misma persona. Si sos genuino y te exponés, es muy probable que se identifiquen con lo que hacés. Todo nace de mi biografía, de mi historia”. El amor es su temática predilecta: “Es lo que más me conmueve en la vida, lo que más me modifica los estados de humor, me parece que esta bueno 
hablar de eso”. 

Martín pertenece a esa peculiar estirpe de actores que encajan perfectamente tanto en un programa popular en un canal como Telefé –desde hace dos meses está grabando una comedia con Soledad Fandiño, Mi Viejo Verde, que saldrá en junio en prime time-, en un corto producido y escrito por él o en una película con una trama controversial e incómoda como XXY, de Lucía Puenzo. Sabe moverse, se lo nota a gusto entre los dos mundos, como una especie de Neo de Matrix, con la diferencia de que en vez de tener un pie en la realidad virtual y otro en la vida verdadera, Martín viaja entre la escena under y la comercial con total naturalidad. “Me siento más cómodo donde se trabaja mejor, con un buen elenco, un buen director y un guión valiente”, resume. 

En la última edición del Bafici ganó en la categoría Mejor Actor por su protagónico en la película La Araña Vampiro de Gabriel Medina, algo que no se esperaba: “Es muy extraño que te premien. Cuando actúo en lo último que pienso es en recibir algo a cambio. El mejor premio es la continuidad laboral, que me llame un director y me diga que pensó en mí”. 

Sigue escuchando a su intuición, la que le dice que sólo haga cosas que lo entretengan, como cuando era chico: “Siempre y cuando fuera un juego y me divirtiera, lo hacía. Si dejaba de divertirme, de pasarla bien, no iba más”. En eso está, divirtiéndose, probando ser director, escribiendo historias que nacen de la suya.



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